Como hablar con alguien que no habla mucho

Que “nunca tendrás una segunda oportunidad para dar una primera impresión”, además de ser una frase hecha devastadoramente negativa, no es del todo cierta y la vida está llena de situaciones y personajes que son capaces de demostrar no ser lo que en un principio parecían. Hagan memoria, que seguro que encuentran más de un ejemplo.

Sin embargo, son muchas las teorías psicológicas y de comportamientos sociales que tratan de explicar cómo podemos entender cómo es una persona o mostrar lo mejor de nosotros en apenas unos minutos. Es decir, cómo pueden afectarnos las primeras impresiones.

La doctora Marty Nemko ofrece Psychology Todayuna serie deconsejos sobre qué decir (y qué no),cómo comportarnos, así comosaber escuchar y ser escuchado ante personas desconocidas.

Para ello, se centra en algunas de lasideas planteadas por Malcolm Gladwell en su segundo libro,Blink: The Power of Thinking Without Thinking (Back Bay Books),en el que el que el autor trata de explicar algunos procesos mentales que funcionan con rapidez y de forma automática en base a poca información y cómo influyen en ellos el inconsciente, las opiniones ajenas o los estereotipos.

Son intuiciones: asume que te puedes equivocar

En opinión de Gladwell, somos capaces de desarrollar una impresión sobre una persona en pocos segundos “a menudo sorprendentemente precisa” en base a su look o por las primeras palabras que diga.

El problema es que una vez tenemos una opinión formada sobre una persona, nos cuesta reconocer que nos hemosconfundido.

“Por ejemplo, si una persona que primero dijo algo inteligente y luego algo estúpido, podríamos ignorar esto último si la persona es físicamente atractiva”, explica el autor.

Así, lo ideal es que, aunque demos valor a esa primera impresión basada en intuiciones y apariencias, seamos capaces de permanecer abiertos a la posibilidad de que podemos equivocamos.

Qué decir y hacer después del ‘hola’

Sólo con un primer vistazo somos capaces de hacernos una imagen de una persona desconocida. Si hay algo en ella que nos atrae (y nos atrevemos a hablar) es entonces cuando llega el momento de dejar el terreno de lo meramente físico y adentrarnos en el universo de las personalidades.

Algo así fue lo que le planteó un lector a Nemko tras publicar un artículo en el que explicaba cómo conocer al hombre perfecto. Teniendo las “claves” para encontrar a la persona, toca hablar con ella. Pero, ¿qué decir?

La doctora recomienda que “lo mejor es empezar con un comentario positivo” y añade un par de ejemplos sobre cómo podrían ser. Claro que en uno de ellos nos remite a que hablemos bien sobre el medio ambiente y en el otro sobre lo estupenda que es la sección de psicología de equis librería.

No, no hay que hablar de reciclaje ni de libros de autoayuda, a lo que se refiere es a que debemos buscar una frase positiva en torno a las circunstancias que nos rodean para buscar un nexo común que pueda halagar y atraer a la otra persona.

No me habla, maldición

Nemko no se olvida de que también hay gente a la que no le gusta demasiado charlar. Ante los silencios incómodos, propone “hablar sin avasallar y dejando que fluya el tiempo suficiente para que les interese mantener una conversación”.

Si eres un charlatán pero te has empecinado en hablar largo y tendido, ármate de paciencia y cuenta con que “la persona no va a pensar que eres poco profunda al menos después de dos horas de silencio”. Vamos, que las relaciones idílicas no tienen por qué nacer de que hayas contado tu vida y milagros en los diez primeros minutos de conversación.

Expone también un ejemplo de conversación e incluso añade gestos que podríamos hacer mientras habla nuestro interlocutor ("Ahora frunce el ceño"). Sin embargo, no debemos olvidar que, para bien o para mal, la vida no está guionizada.

Por mucho que previsualicemos y estructuremos en nuestra mente cómo vamos a conducir una conversación, la otra persona puede contestar cualquier cosa impredecible. No te anticipes, simplemente sé cordial y muestra tu lado más simpático.

Intentar que la conversación surja de un modo natural es la clave para no parecer una personaatormentada.

‘Alerta tarado’ o qué no quiere escuchar nadie

Esa persona nos ha atraído por algo en concreto (entendiendo que hay algo más que un físico espectacular), así que debemos explotar en nuestras primeras palabras lo que hemos percibido de esa primera impresión pero sin humillarnos.

Por ejemplo, si nos ha llamado la atención algo tan simple como que lleve una camiseta de nuestro grupo de música preferido, quizás sería algo ridículo acercarnos cantando una canción de su disco más mítico, especialmente si lo hacemos mal (bueno no, esto es un exceso aunque seamos los amos del karaoke).

Y, por supuesto, tener cuidado del lenguaje agresivo, intrusivo o absurdo. No te olvides que estás hablando con una persona desconocida (en serio, no te olvides, por favor). Dice Nemko que es mejor "No utilizar frases como por ejemplo ‘¿crees en el amor a primera vista o debo seguir caminando?’". Pues está en lo cierto, mejor no lo hagas. El universo de las frases para ligar tiene mucho peligro (neurocirujanos del mundo, queremos entender).

Trata de evitar hablar de ex relaciones fracasadas (normalmente fracasan por culpa de ambos bandos, no te dejes mal), situaciones familiares complicadas, complejos corporales inapreciables (ahora sólo te mirará esa cicatriz), en general, de prácticas sexuales (aunque sea en broma, es raro), o dar demasiadas explicaciones de por qué te has acercado a charlar (no, a nadie le interesa ser el tercer plato de la noche).

La importancia de dejar hablar (y escuchar, a modo de detalle)

En términos psicológicos, la doctora habla de laregla del semáforo(que, de seguirse a rajatabla, sería como tratar de flirtear en el plató de ’59 segundos’) o delintercambio ping-pong. Ambos establecen la necesidad dedejar espacios para contestarentre pregunta y respuesta para que las dos personas hablen el mismo tiempo (más o menos)

“Después de tu primer comentario, escucha atentamente la respuesta y pregunta algo relacionado”. Lo que viene siendo conversar. Pero la doctora hace hincapié en la importancia de escuchar. Puede que estemos nerviosos, pero no tiene sentido tratar de hablar con alguien si no nos interesan sus opiniones o contrapreguntas.

El grado de intimidad surge (la sinceridad está sobrevalorada)

Atentos al ritmo en las intimidades que revelan. Mientras hay personas que apenas dicen nada sobre sus miedos, inseguridades y problemas durante semanas, otras tardan sólo unos minutos en “destapar el pastel”.

“Cuanto más largas sean tusintervenciones, más probabilidades tendrás de ser visto como egoísta” (y puede que de “brasas”). Hay que medir. El colegueo prematuro asusta y la otra persona puede pensar que estamos abriéndonos demasiado rápido.

Como explica Nemko, con conversaciones pausadas en las que ambas personas hablen por igual, se consigue “ir profundizando yrevelando poco a poco temas más íntimos” (o, por qué no, huir si resulta que la persona no nos produce ningún interés).

Y quizás algún otro lector le plantee ahora: “¿Y qué sigue?”. Francamente, eso ya sólo lo sabes tú. Puedes haber conocido a una persona formidable o que seaun completo fail.

«Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí: lo hice y lo aprendí». Confucio.

¿Te gustaría convertirte en una persona atractiva para los demás?

Si tu respuestas es SÍ, necesitas aprender a escuchar de forma activa. Si una persona se ha sentido verdaderamente escuchada por ti, ten por seguro que te va a recordar y va a querer volver a hablar contigo una y otra vez.

Hay algunas personas a las que le resulta más difícil escuchar que a otras. Es una habilidad que requiere tiempo, práctica y dedicación. Vivimos en un mundo muy ruidoso y con muchas prisas, lo que dificulta enormemente que nos prestemos atención unos a otros.

¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza si te digo que escuches a un amigo o a un familiar? ¿Empiezas a pensar en las respuestas que vas a darles o estás más preocupado en concentrarte en lo que ellos te vayan a decir?

Si le preguntas a cualquiera que es lo opuesto a hablar, te dirá que es escuchar. Pero en la práctica, lo cierto es que la mayoría de las personas no escuchan, sólo esperan su turno para poder hablar.

Pon atención a las conversaciones de tu alrededor y te darás cuenta que, en realidad, muy pocas personas se escuchan de verdad. La mayoría están más pendientes de lo que quieren decir que de concentrarse en lo que les dicen los demás.

Aprender esta habilidad es bastante fácil, y siempre hay posibilidad de mejorarla. Estos 10 consejos te pueden ser especialmente útiles si sueles tener dificultades para recordar una conversación, sueles confundir lo que escuchas, no recuerdas quién te dijo qué, o te resulta difícil seguir el eje de un discurso.

1. Muestra empatía.

Intenta ponerte siempre en el lugar del otro, tanto intelectual como emocionalmente. Trátale de la misma manera en la que te gustaría ser tratado cuando hablas. Aprende a ser amable, honesto y paciente, respeta sus opiniones y no le ataques.

Defiende tu punto de vista con el mayor cariño y respeto del mundo. Si tienes que hablar de algo que no te ha gustado o tienes que expresar alguna crítica, ¡hazlo de manera constructiva!

Comprender de verdad a los demás puede llegar a ser bastante difícil. Requiere que dejemos de lado la superficialidad y la vanidad, pero sobre todo requiere que seamos capaces de ver lo que les pasa a los demás, incluso cuando ni ellos mismos lo saben. Para poder comprender a otra persona es preciso reconocer que podemos aprender de ella.

Es fácil perderse en el egoísmo y pensar únicamente en el impacto que va a tener en ti lo que el otro te está diciendo; pero si sólo te centras en esto, no dejas espacio para escuchar de forma activa. Tampoco es muy buena idea actuar de forma condescendiente. El hecho de tratar con alguien que parece saberlo todo hace que la gente se calle por miedo a parecer tonta.

2. No hables mientras escuchas.

Hay veces que tienes tantas ganas de expresar tu opinión, que le prestas más atención a tus pensamientos que a tus oídos. Esto hace que te pierdas la voz de la otra persona. No olvides nunca que estás dialogando con una persona importante para ti, y que te interesa conocer su opinión. Respeta su espacio y no la invadas.

No te adelantes a lo que está diciendo, respeta su turno. Si empiezas a pensar en lo que vas a decir mucho antes de que la otra persona haya terminado de hablar, existen muchas posibilidades de que le interrumpas bruscamente. Si ya sabes lo que vas a contestar antes de que te haya mostrado su punto de vista, significa que en realidad no te importa su opinión, o que ni siquiera te has parado a reconsiderar la tuya.

Mantén una mente flexible y abierta. Espera hasta que la otra persona haya terminado de hablar antes de decidir si estás o no de acuerdo con ella. Intenta no asumir antes de tiempo qué es lo que está pensando.

3. No te distraigas.

Vivimos en una sociedad llena de distracciones. Nos pasamos la vida rodeados de tanto ruido, que cada vez se hace más complicado atender activamente a los demás. Si quieres aprender a escuchar, necesitas bloquear las distracciones que te impidan concentrarte en la otra persona. Apaga la televisión, el teléfono, el ordenador o lo que haga falta.

¿Cómo vas a enterarte de lo que te está contando alguien frente a ti si no paras de revisar lo que están diciendo aquellos que están lejos? Al final, las redes sociales, esos instrumentos creados para acercarnos, nos alejan aún más. Sin embargo, las distracciones no sólo están fuera, también se encuentran dentro de tu cabeza. No prestes atención a ideas que se crucen por tu mente y que no tengan que ver directamente con la conversación actual. Si te divides entre lo que estás escuchando ahora y lo que tienes que hacer más tarde, tendrás menos energía para atender y grabar lo que escuchas.

Debemos empezar las conversaciones con una actitud positiva, con interés y con la predisposición de que es posible llegar a un punto en común. Hay que prestar atención a lo que el otro dice, con naturalidad, sin adelantarse mentalmente tratando de adivinar lo que la otra persona va a decirnos y reprimiendo siempre nuestro instinto de réplica.

4. Fíjate en el por qué y en el mensaje.

Ten presente qué es lo que te interesa del discurso que oyes. Es más fácil escuchar y priorizar si defines cuál es el interés particular que tienes en lo que estás oyendo.

Si quieres mejorar tu habilidad de escucha, necesitas entender por qué te están hablando y cuál es el mensaje que están intentando compartir contigo.

Si no has entendido algo, pregunta. No dejes de pedir explicaciones sobre temas o palabras que no hayas comprendido totalmente; siempre es mejor preguntar que entender mal las cosas.

5. Ten paciencia.

Aprender a escuchar es aprender a tener paciencia, a dejarse llenar por lo que dice la otra persona, sin distraernos con lo que le vamos a contestar. Es importante que entiendas que puedes aprender algo de cada persona con la que te cruces. Cada persona tiene valor por sí misma, y podemos reconocerla como una autoridad de su propio punto de vista o al menos como un testigo insustituible de su experiencia personal.

Acepta el hecho de que la otra persona puede que se exprese peor que tu, aunque eso no significa que esté equivocada o no merezca tu tiempo. Evita sacar conclusiones demasiado precipitadas.

6. Involúcrate en la conversación.

Hazle saber a la otra persona que tiene toda tu atención. Si no te involucras activamente en la conversación, tu interlocutor se dará cuenta y lo más seguro es que no quiera volver a hablar contigo. Por eso, debes hacerle ver que te preocupas por ella y que te interesa lo que tiene que decir.

Hay señales que muestran a la otra persona que la estás escuchando de forma activa, como por ejemplo decir “hmm”, “sí”, “¿en serio?”, “interesante”, “¿y que hiciste?”, “¿y qué te dijo?”. Responde de forma apropiada en cada momento para demostrar que lo estás entendiendo.

También puedes hacer preguntas más significativas y útiles. Dile, por ejemplo: “Entiendo que no te gusta que te echen la culpa. Pero no entiendo porqué sientes que te están culpando, puede que sólo estén diciéndote que no hagas algo de esa forma”. Al decir esto, estás ayudando al interlocutor a pasar de una respuesta emocional a una más lógica y constructiva, pero debes hacerlo de manera afectuosa y sutil.

7. Reconoce tus errores.

De esta forma los demás te percibirán más cercano y confiarán más en ti. El hecho de admitir tus propios problemas y dificultades animará a los demás a ser abiertos y sinceros respecto a los suyos.

Sólo escucha quien está dispuesto a cambiar, quien está dispuesto a rectificar, quien está dispuesto a pedir perdón, a decir “me he equivocado”. Para poder escuchar, hay que renunciar a la seguridad de la propia opinión y ponerse en duda uno mismo sin ningún reparo.

8. Cuida tu lenguaje corporal.

Si no nos interesa lo más mínimo lo que nos están diciendo, nuestro lenguaje corporal nos va a delatar. Si quieres demostrarle a tu interlocutor que le estás escuchando, sonríe, asiente con la cabeza, sube las cejas cuando algo te llame la atención, mantén una postura abierta y presta especial atención a tu expresión facial.

Mantén el contacto ocular. Cuando miras a los ojos de la otra persona, le estás haciendo saber que le prestas atención y que participas activamente en la conversación. Si le apartas la mirada a alguien, es como si le estuvieras diciendo que no te interesa lo que tiene que decir.

Es más fácil escuchar si sigues la conversación con más de un sentido. Existen ocasiones en las que el contacto corporal te permitirá estar más cercano al otro y comprender mejor lo que escuchas.

Observa también sus signos no verbales. Presta atención a esas pequeñas pistas que te dicen lo que está sintiendo la otra persona. Observa sus expresiones corporales para poder recoger toda la información que necesites, no te quedes sólo con las palabras.

9. Resume lo que has escuchado.

Cuando tu interlocutor haya terminado de hablar, haz un resumen de lo que ha dicho. Así comprobarás tu nivel de comprensión sobre el tema, y te será más fácil recordar lo que has escuchado. Además, si le comentas a la otra persona los puntos más importantes de su discurso, se sentirá apreciada y con muchas ganas de dedicar su tiempo a hablar más frecuentemente contigo.

Esto también le dará la oportunidad de corregir alguna asunción errónea, tal vez no haya querido decir lo que tu piensas. Esto es muy útil para evitar los malentendidos.

Exprésate de forma asertiva, por ejemplo, dile: “puedo estar equivocado, pero he entendido…”, o “corrígeme si me equivoco, pero has dicho…”. Esta técnica es especialmente útil para evitar frustraciones por ambas partes, y para seguir concentrado en la conversación el máximo tiempo posible.

10. Déjale con buen sabor de boca.

Sea cual sea la conclusión de la conversación, hazle saber a la otra persona que te ha encantado escucharle, no le dejes ir con la sensación de que ha perdido el tiempo contigo. Exprésale lo mucho que has disfrutado de la conversación. Dile que estás abierto a futuras discusiones sobre el tema si es necesario, pero no le presiones para ello. Si hace falta, asegúrale que no le contarás a nadie aquello que habéis hablado (es muy incómodo hablar con personas que se pasan de cotillas).

Ofrécele tu ayuda para solucionar sus asuntos siempre y cuando esté en tu mano y puedas dedicarle tiempo. No hagas falsas promesas. Si sólo puedes ayudarle escuchando, porque no tienes más recursos a tu alcance, déjaselo claro. Aunque pueda parecer poco, a veces lo que más necesitan las personas es que se las escuche.

Tu turno.

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